jueves, 22 de abril de 2010

Vivir o Morir


Todo el día fue extraño. Lleno de recuerdos, mucha nostalgia. Sueños que se escapan cuando están más próximos. Todo bajo el llanto del cielo. Todo en silencio. Todo con ganas de que sea verdad. Pero vino a mi puerta. Vino y me acompañó durante la tarde. Quise amarlo, besarlo, por lo menos acariciarlo. Pero siempre el silencio en su afán. Vi cómo los brazos de amor pueden romperse, sentí un poco su aliento y me emocionó saber que puedo compartir aún momentos muy bellos de mi existencia.


Y afuera todo era parecido. Eso si, nublado como no me gusta. Pero con sorpresas en los rostros. Con sonrisas en los saludos de quienes se atraviesan conmigo. Hoy Don Manuelito me estrechó la mano. Es como fría, áspera; ¿Como de cadáver? No lo se, nunca he tocado uno. Pero él es tan viejecito, tan frágil, tan buen amigo. Me dice jefe, yo también se lo digo para estar a su mismo nivel. Me dice que yo no necesito nada y que soy un hombre muy feliz. Yo le digo que no lo asegure. Que tengo mis tristezas, mis tragedias y que muchas veces quisiera también morir.


A la pequeña Heidy le tocó baño. Es muy linda, no protesta, me obedece aunque a veces el baño y más el cepillado no son tan suaves. Y pienso en Claude Bernard y sus miles de experimentos con perros que morían uno a uno todos los días. Habrán sido cientos sólo para entender cómo funcionaba el páncreas. Otros muchos para otros de sus notables descubrimientos en la ciencia. Y pienso más allá de él, pienso en todos los grandes maestros de la medicina y trato de entender la justificación de tal matanza por el progreso y el bienestar del hombre. Pero; ¿Será que nosotros somos los dueños del destino de toda criatura viviente? Y al cepillar a Heidy pienso en los pequeños jalones de su dorado pelo y se queja, lo hago con mayor cuidado pues ni pensar quiero en hacerle sufrir lo que Bernard con sus nobles perros.


Qué lindos pueden ser los ojos de un hombre cuando te miran con cariño. ¡Cuán lindos cuando te observan lujuriosos! Y hoy sentí así una mirada larga. Se lo agradezco, de edad aproximada de 22. Guapo, si, varonil. Y yo que a veces siento que se está acabando mi encanto...


¡Qué emoción es poder oler una rosa roja, rojísima frente a la ventana de mis lindos vecinos! Pero su perfume no llegó a mis sentidos. ¿Es porque no lo merecía? ¿La flor no quiso compartir mis anhelos y me lo negó? Aún así admiro su color. Admiro su turgencia y belleza y agradezco que les permitan crecer y mirar hacia el cielo donde tal vez estén admirando lo que realmente para ellas es bello.


Y si, fue un día de perros. Pero no lo digo porque me haya ido mal; ¡No! Primero platiqué largo con un vecino dueño de un hermoso boxer "Simon" y claro que hablamos mucho de sus perros y el anhelo que tuvo de chiquillo por tener uno. Luego lo que relaté de Heidy y Claude Bernard. Ya por último "Max" un bellísimo ejemplar, quién sabe cuántas veces campeón de su raza y le acariciamos juntos. Platicamos con su amiga dueña y Heidy tuvo que ocultar insistentemente sus partes a los acosos de semejante ejemplar.


Hoy soñé de nuevo con el amor. Soñé que me dejaba lejos. Me dejaba desprotegido. Me abandonaba en una total fragilidad. Soñé que me era invadido por entes ajenos a mi real sentir. Pero ahí estaba, queriéndome, buscándome, reclamándome y yo sin poder llegar a él.


Hoy también soñé con la muerte de otros y sus ojos buscaban mi entrega a su decisión. No, no creo que se merezca mi destino un final así. Llegaré como siempre he dicho a los 93 años y moriré atropellado por un auto. Espero que por lo meno sea uno fino.

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